Crónica de un empate feo… pero valioso

“¡Que dolor de ojos me agarró!” comentaba un plateista de Villa Mitre que, acostumbrado a otras épocas de buen futbol, acababa de sufrir un partido muy de estos tiempos: duro, trabado, impreciso, aburrido…
Es que su tricolor empató 1 a 1 frente a Deportivo Santamarina de Tandil, en un encuentro que comenzó con un poco de emoción, a través de un mano a mano apenas iniciado el partido que Sepúlveda remató desviado.
Minutos mas tarde, a los 11, esgrimió un alarido de bronca, cuando Fernando Telechea definió frente a Cabral, el “1” no pudo contener, y Mariano Mc Coubrey empujó fácilmente para gritar su gol, y el de unas 30 personas que viajaron desde la ciudad serrana a alentar a su equipo.
Dos minutos más tarde, Sepúlveda tuvo una acción concreta, con un tiro libre que Bertoya despejo espectacularmente a su derecha.
Luego se jugó con mucho más golpes, fricciones, bronca, y poco juego. Recién a los 43 min. hubo una chance para acabar con el letargo de la “Villa”: un disparo de Marcelo Perugini que se estrelló contra el palo izquierdo de Bertoya, para que nuestro amigo en la tribuna se fuera al descanso con el alarido de gol atragantado.
Ya en la segunda etapa, gaseosa de por medio, dicho señor se inclinó en su asiento para observar el ingresó de Sebastian Allende, justo en un tiro libre que el mismo pateó, y en el que cometieron penal a Ezequiel Palacio tras un agarrón que lo dejó en el suelo.
Tras escuchar el silbato y ver que el arbitro Walker señalaba el punto de penal, la gota fría de sudor comenzaba a deslizarse por la frente del hincha… Palacio la acomodó, tomó distancia, y en una carrera interminable, la colocó al palo izquierdo de Bertoya, para que la gente explotara en ese grito unánime, en la única palabra en la que toda persona con pasión por el futbol puede ponerse de acuerdo: ¡gol!
Así, la ilusión se reflejaba en la cara del pueblo tricolor. Pero minuto a minuto comenzaba a desaparecer, tras varias jugadas de Mc Coubrey, que tuvo a mal traer a la defensa local, y otras tantas que no pudo convertir el conjunto de Juan Carlos Zapata.
De esta manera, el partido se desvaneció al igual que la esperanza de un triunfo. La gente comenzó a agruparse para esperar la apertura del portón de Maipú y Necochea, y este señor, poco a poco se levantó de su asiento plástico, y peinando sus canas con resignación, resumió la opinión del hincha: “que va ser… el domingo que viene le ganamos a Rivadavia, nos vemos”.

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